La otitis externa se caracteriza por ser una infección de oído polimicrobiana que se produce en la piel del conducto auditivo externo.

El 90% de los casos de otitis externa aparece de forma repentina y está provocado por bacterias, generalmente en personas que no realizan una higiene correcta de sus conductos auditivos, tienen heridas o traumatismos en las orejas o pasan mucho tiempo bajo el agua, razón por la que también se la conoce con el nombre de: ‘oído del nadador’.

 

¿Qué síntomas caracterizan a la otitis externa?

 

Básicamente, los síntomas de la otitis externa son: dolor de oído intenso, secreción serosa a través del conducto auditivo y, cuando éste presenta acumulación de líquidos, pérdida de audición.

Durante las primeras horas de padecer otitis externa, podemos notar síntomas como: calor local, sensación de oído tapado y dolor al tragar, masticar o presionar el pabellón auricular.

Cuando la otitis externa ha avanzado en su proceso, lo notaremos en el aspecto físico de nuestra membrana timpánica, cuyo revestimiento estará enrojecido, y en un dolor de oído intenso.

Y, en caso de seguir adelante, hinchazón del pabellón auricular y de la piel adyacente (adenopatía cervical), seguida de un aumento del dolor de oído y posible fiebre.

 

Tratamientos más comunes para la otitis externa

 

A la hora de tratar la otitis externa, sea del tipo que sea, lo primero que recomendará el médico es evitar que nuestro conducto auditivo permanezca mojado o húmedo, no introducir elementos externos en él, limpiar y secar la zona apropiadamente y colocar artículos calientes contra el oído, para reducir el dolor.

A partir de aquí, la forma en que el otorrino trate la otitis externa, dependerá de la gravedad de nuestra infección.

Una visión general, nos indica que el tratamiento habitual de la otitis externa consiste en gotas antibióticas y corticoideas para reducir la rojez, la inflamación y el picor.

Cuando presentemos una inflamación que limite la abertura de nuestro oído, el otorrino limpiará la zona, para introducirnos una mecha que facilite la llegada de las gotas a su interior.

Si la infección de otitis externa es grave, además, nos prescribirá antibióticos orales.

Aunque es indispensable que un profesional sanitario examine nuestra infección y determine el tratamiento más adecuado para nuestra otitis externa, por regla general, los distintos tipos de otitis precisarán los siguientes tratamientos:

  • Otitis externa difusa: lo primero es impedir, en la medida de lo posible, que el oído afectado se moje. El tratamiento suele hacerse con gotas óticas de antibiótico y calor local; solo en algunos casos, se aconsejarán antibióticos orales.
  • Otitis externa localizada: suele tratarse con calor local, antibióticos orales y drenaje quirúrgico, cuando presenta hinchazón líquida.
  • Otitis externa micótica: el otorrino comenzará por retirar toda presencia de bacterias u hongos y, generalmente, complementará su tratamiento con antimicóticos tópicos y soluciones con ácido bórico o salicilatos.
  • Otitis externa eccematosa: en este tipo de infección, los corticoides tópicos son fundamentales y pueden recetarnos antihistamínicos orales. Si la infección es recurrente, también pueden recomendar el uso de gotas acidificantes, para reestablecer el pH, y gotas desecantes si presentamos fisuras húmedas.
  • Otitis externa maligna: para este tipo de otitis externa, inicialmente, suelen tratarnos con antimicrobianos de efecto anti pseudomonas. Pero, cuando hay lesiones, pus o necrosis ósea, puede requerir cirugía.

Las personas con otitis externa crónica, u oído de nadador crónico, requerirán tratamientos continuados para evitar complicaciones.

 

Cuando la otitis externa se complica

 

Por regla general, la otitis externa no suele suponer una infección grave.

Pero, cuando la otitis externa se disemina alrededor del oído, o hasta el hueso del cráneo, se convierte en una infección seria. Por ello, es importante seguir los consejos sanitarios de prevención de la otitis externa, para impedir que la infección se produzca. Una vez infectados, acudir rápidamente a un otorrino puede evitar que la infección se extienda.

Ante todo, es importante acudir a un profesional sanitario cuando:

  • Nos duele el oído.
  • Tenemos un picor, ya sea fuera o dentro del oído, que no disminuye.
  • Constatamos pérdida de audición.
  • Uno o ambos oídos nos supuran, ante todo si presenta un aspecto sanguinolento, oscuro, denso y huele mal.
  • Cuando, a pesar de seguir el tratamiento, los síntomas continúan, empeoran o aparecen nuevos, como fiebre o enrojecimiento del cráneo por detrás de la oreja.

 

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