La mayoría de medusas que habitan las costas españolas son poco venenosas y su picadura no suele acarrear complicaciones importantes. Pero, generalmente, la picadura de medusa produce: dolor, quemazón, enrojecimiento, inflamación, sarpullido, escozor y picor.
En algunas ocasiones, podemos sufrir conjuntivitis, calambres musculares, pérdida de apetito, dolor de cabeza u opresión en el tórax. Estos síntomas, suelen desaparecer a las pocas horas. Pero, algunas medusas, están consideradas los animales más venenosos del mundo y podrían matarnos en cuestión de minutos.
Picadura de medusa, tratamiento
Ante una picadura de una medusa, el tratamiento más eficiente y recomendado es:
- Primero, quitar los restos de tentáculos con unas pinzas o, en su defecto, con guantes de plástico.
- Limpiar la zona afectada con suero fisiológico o, en su defecto, con agua salada.
- Aplicar frío sobre la zona (sin restregar) entre cinco y quince minutos. En caso de usar hielo, debe cubrirse con una gasa esterilizada o, en su defecto, con un paño limpio, toalla o bolsa.
- No vertamos agua dulce sobre la herida, porque rompería las células urticantes y nos volverían a atacar, tampoco orina ni vinagre.
- Evitemos frotar la herida, ponerla bajo el sol o sumergirla en agua, durante dos o tres días.
- Nunca saquemos los restos de tentáculos con las manos desnudas, o nos seguirán inyectando su veneno.
Si el dolor persiste, podemos utilizar analgésicos para calmar el dolor, o bien, un antihistamínico para frenar la reacción alérgica. Pero, estos dos últimos tratamientos, debe recomendarlos un profesional sanitario.
Prestemos especial atención, cuando la persona afectada esté dentro de los siguientes grupos de riesgo:
- Niños pequeños.
- Ancianos.
- Embarazadas.
- Personas con alergias cutáneas.
- Asmáticos.
- Enfermos del corazón.
- Personas que ya hayan sido picadas por medusas anteriormente.
La picadura de medusa, en estos grupos, podría ocasionarles erupciones generalizadas, anafilaxia, problemas respiratorios e, incluso, una parada cardíaca. La mejor opción para ellos, es acudir al centro sanitario más cercano o, en su defecto, al centro de socorristas de la playa.
¿Podemos prevenir una picadura de medusa?
Actualmente, con el cambio climático y la subida de temperaturas, cada vez es más frecuente encontrar medusas en las orillas de las playas.
Cuando la medusa nos clava sus aguijones, muchas veces ni siquiera la vemos, bien porque está a metros de distancia o bien porque su carne transparente las hace prácticamente invisibles.
La única manera de prevenir una picadura de medusa, es asegurarnos de no estar en una zona donde la presencia de medusas sea habitual, ni cerca ni lejos de la costa.
En caso de no ser posible, evitemos rompeolas, pues el agua puede llevar fragmentos de sus tentáculos con células urticantes aún activas. Usemos ropa para evitar el contacto directo de las células venenosas con nuestra piel. Y, nunca toquemos medusas muertas en la arena de la playa pues, sus células urticantes, podrían seguir activas.
Si estamos nadando y detectamos una medusa, alejémonos y salgamos del agua con tranquilidad, de lo contrario nos arriesgamos ponerlas en alerta.
Cómo identificar una medusa
Las medusas son animales invertebrados, gelatinosos, compuestos en un 96% por agua y carentes de cerebro, que aparecieron en el mundo hace unos 500 millones de años.
De su parte superior acampanada, cuelgan los tentáculos. Su parte inferior contiene la zona oral y la cavidad gastrovascular.
Sus tentáculos, creados para capturar alimento y defenderse de sus atacantes, pueden variar de tamaño y numero, alcanzando los tres metros de largo.
Las medusas no son violentas, su mecanismo es automático. Se activa con el simple roce y puede seguir activo varias semanas después de su muerte.
En el interior de cada tentáculo hay múltiples células, compuestas por un pincho exterior y un aguijón interior, llamado ‘nematocisto’. Al entrar en contacto con una potencial fuente de alimentación, o una superficie susceptible de ser peligrosa, el pincho se desplaza automáticamente y descarga su aguijón venenoso a una velocidad superior a la de un disparo.
Cuando una medusa pica, sus tentáculos descargan miles de aguijones venenosos diminutos (nematocisto) a la vez, que seguirán liberando veneno mientras estén adheridos a la superficie.
La mejor manera de evitar el veneno de una medusa es siempre alejarnos de ellas todo lo posible.