La otitis es un dolor de oídos causado por una inflamación, generalmente provocada por una infección de bacterias u hongos, una reacción alérgica o una infección por virus.

Cuando la otitis se da en la parte más externa del oído, se la llama otitis externa u oído del nadador.

Cuando la otitis se produce en la parte trasera del tímpano, se la conoce como otitis media.

 

Tipos de otitis externa existentes

 

La otitis externa u ‘oído del nadador’ es una infección polimicrobiana de la piel del conducto auditivo externo y provocada por un exceso de humedad atrapada en él.

Afecta, mayoritariamente, a niños mayores de 5 años, adolescentes, personas que practican regularmente deportes acuáticos y personas con déficit auditivo.

A pesar de que no suele ser una infección grave, provoca un fuerte dolor de oído y una discapacidad auditiva temporal.

La otitis externa se presenta en varias modalidades:

  • Otitis externa difusa: es el tipo más común de otitis externa y produce una infección difusa de todo el conducto auditivo externo.
  • Otitis externa localizada: cuando una bacteria origina el desarrollo de un forúnculo o grano en el conducto auditivo externo.
  • Otitis externa eccematosa: relacionada con algunos tipos de dermatitis, con el lupus, la psoriasis, los antibióticos en gotas, o puede ser hereditaria. Conlleva enrojecimiento, picor, dolor de oído, descamación y fisuras en la piel del conducto auditivo externo. La supuración suele ser escasa, serosa e inodora.
  • Otitis externa micótica: cuando el conducto aditivo modifica su pH, al seguir tratamientos prolongados con gotas óticas de antibiótico o por inmersiones persistentes.
  • Otitis externa maligna: tipo más grave de otitis externa. Ocasiona dolor de oído e inflamación en el hueso y el cartílago de la base del cráneo, pudiendo degenerar en osteomielitis del hueso temporal y extenderse a otros tejidos, incluidos los nervios del cráneo. Suele afectar a pacientes mayores diabéticos y/o inmunodeprimidos. Los síntomas incluyen inflamación, supuración maloliente, granulación, dolor intenso e incluso parálisis de algún nervio craneal.

Según el tiempo que dure la infección, la otitis puede ser:

  • Aguda: cuando es repentina y dura poco tiempo, entre cero y tres semanas.
  • Subaguda: cuando se alarga de tres a doce semanas.
  • Crónica: cuando se prolonga más de doce semanas.

Según sus síntomas, la otitis puede ser:

  • Leve: con escasa molestia, ligera picazón y una pequeña hinchazón líquida en el conducto auditivo externo.
  • Moderada: molestia creciente, picazón moderada, dolor de oído y conducto parcialmente ocluido por la hinchazón líquida.
  • Grave: dolor de oído intenso, canal auditivo externo totalmente obstruido por la hinchazón líquida, posible enrojecimiento de la piel, inflamación de los ganglios y fiebre.

 

¿Por qué se produce la otitis externa?

 

En un oído sano, el cerumen del conducto auditivo externo, que posee un pH levemente ácido y con lisozimas antibacterianas y antifúngicas, ejerce de barrera protectora.

Cuando esta capa cerúlea se ve alterada, el conducto se alcaliniza, arruinando los mecanismos protectores del cerumen y favoreciendo la infección de los conductos auditivos.

Las causas más comunes de la otitis externa son:

  • Zambullidas sistemáticas, pues las bacterias comunes del agua pueden causar infecciones de oído.
  • Nadar en aguas sucias, con abundancia de gérmenes.
  • Manipulación del oído, al rascarse por dentro o por fuera, limpiarse con bastoncillos de algodón u otros objetos inadecuados, o tener algo atascado en el oído y manipularlo indebidamente.
  • Por una infección del oído medio; al acumularse el pus y perforase el tímpano, éste pasa al conducto auditivo externo.

Los tratamientos para atender una otitis externa deberá prescribirlos un especialista, tras evaluar nuestra infección y la gravedad de la misma.

Existen tratamientos generalmente comunes a todos los tipos de otitis externa anteriormente citados. Pero, el tratamiento sufrirá variaciones según la modalidad de otitis externa que soportemos y el grado en el que se encuentre.

 

Cómo prevenir una otitis externa

 

Teniendo en cuenta que la otitis externa es habitual cuando estamos mucho tiempo debajo del agua, existen algunas medidas de prevención que podemos aplicar para evitar otitis externas constantes y/o impedir que la otitis externa se agrave.

Entre las medidas de prevención, destacamos:

  • Mantener seca y limpia la parte externa del conducto auditivo.
  • Evitar manipular los oídos con las manos u objetos inadecuados.
  • Tras cualquier tipo de baño, extraer el agua remanente inclinando la cabeza hacia los lados y usando una toalla, o un secador (en modo frío y a una distancia prudencial).
  • Con otitis repetitivas, usar tapones adecuados, de silicona, polivinilo, vaselina o hechos a medida. Cuando el tapón se ensucia hay que desecharlo, excepto los hechos a medida, que pueden limpiarse con un cepillo suave y jabón.
  • No alargar el tiempo que pasamos bajo el agua.
  • No realizar zambullidas violentas, sobre todo de cabeza.
  • Evitar bañarnos en aguas sucias o estancadas, y asegurarnos que el agua de la piscina cumple con los estándares de higiene.
  • Cuando llegues a casa, ponte gotas de solución diluida de ácido acético, excepto si llevas tubos en los conductos auditivos o si tienes el tímpano perforado.
  • Si se nos taponan los oídos, aplicar gotas de alcohol boricado.
  • Cuando aparezcan síntomas, eludamos mojarnos los oídos, incluso bajo la ducha.

Si tenemos tendencia a los tapones de cera, lo más adecuado es acudir regularmente al otorrino para que nos realice limpiezas ordinarias.

 

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